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Parece un tejido sacado de un sueño: fino y ligero como una pluma. El nuevo circuito tiene un espesor de solo dos micras (milésimas de milímetro), y si fuera posible mirarlo de canto resultaría literalmente invisible para el ojo humano (una célula biológica típica mide unas 10 micras). Sus costes de fabricación también son potencialmente bajos.
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Javier Sampedro, diario El País, 24 de julio de 2013
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